Guía de estudio de la ética kantiana
La
ética del deber
Por: Mayra Abril Gross
La ética kantiana y el
objeto de su estudio
El
objeto de la ética kantiana es el bien absoluto. Dice Kant: “(…) Ni en el
mundo, ni en general, fuera de él, es posible pensar nada que pueda ser
considerado bueno sin restricción, excepto una buena voluntad.” Desarrollemos,
entonces, el uso que solemos darle a la palabra “bueno”. Por lo general
empleamos el concepto “bueno” agregándole un complemento, el concepto utilizado
de forma cotidiana funciona como un condicional, es decir, “si x entonces y”, esto es denominado enunciado condicional. Para que algo pueda
ser determinado como “bueno” debe existir un sustantivo o una construcción
verbal precedente determinada. He aquí un ejemplo: el cuchillo es bueno para
cortar carne. De esta forma, el concepto está siendo ligado al relativismo del
lenguaje cotidiano.
Sin
embargo, para fundamentar la ética, Kant requiere de un concepto sin ningún
tipo de restricción, (es decir algo bueno en sentido absoluto y universal),
para que la fundamentación de la ética se encontrara en la filosofía. Retomando
la cita, Kant insiste que lo bueno
absoluto y universal es la buena voluntad. Todo lo que provenga de la buena
voluntad será bueno en sí mismo. En
este sentido, Kant anuncia, a su vez, que todo lo que realicemos no será bueno
o malo de acuerdo a nuestra felicidad, (contraposición directa a la ética de
las virtudes aristotélica) dado que la misma es enteramente contingente y
relativa al individuo y su cultura. Se insiste
que lo único que puede sostener una fundamentación universal y filosófica para
la ética es la buena voluntad.
Relación entre “buena voluntad” y accionar
Luego
de explicar la fundamentación de la ética en la buena voluntad, Kant debe
separarla del principio de la acción. Es necesario aclarar que por un lado se
encuentra la voluntad que es el “querer”, y por otro el accionar que es la
ejecución de la acción y sus consecuencias. Al centrar la buena voluntad en el
interior del hombre, entendemos a la buena voluntad como una facultad universal
de las personas.
En
este sentido, Kant entiende que es la buena voluntad lo de real importancia y no la consecuencia
de la acción que ella misma [la buena voluntad] haya motivado e iniciado, que
ocurre y se realiza en el plano de los hechos. Así es que se logra una
separación de lo empírico (lo que pertenece al mundo de los hechos) de lo
trascendental (lo que ordena el mundo de los hechos y no pertenece a él): si el
resultado obtenido de una acción dirigida por la buena voluntad no es positivo,
no se lo debe pensar de manera inmoral, dado que la buena voluntad no es buena
por lo que efectúe o realice, sino que es buena en sí misma. Y, a su vez, cabe
aclarar que una voluntad buena es aquella que actúa por deber.
Diferencia
entre las acciones realizadas “por deber” y las realizadas “conforme al deber”
Dentro
de lo desarrollado por Kant, existe una diferenciación entre acciones
realizadas por deber y acciones realizadas conforme al deber. Primeramente,
distingue entre lo que denomina como “inclinaciones” que son ni más ni menos
que los deseos de la persona, sus percepciones, sus motivaciones, etc. y lo que
entiende por deber. Si bien actuar por inclinación no es para Kant un acto
inmoral, no tiene su fundamentación en un sentido moral, por lo que, actuar
moralmente es actuar por deber. Es decir, nuestra voluntad puede relacionarse
con el deber y efectuar acciones morales.
Sin
embargo, aquí Kant explica tres formas que posee nuestra voluntad para
relacionarse con el deber. Las acciones que se realizan en contra del deber, es
decir, aquellas que infringen las normas y nos conducen a actuar inmoralmente.
Las acciones que se realizan conforme al deber, son aquellas acciones dirigidas
por las inclinaciones (sentimientos, percepciones, conveniencias, etc). Es
decir que, el cumplimiento de la ley sucede por una suerte de conveniencia, o
apreciación del individuo, ejemplifiquemos esta noción. Kant toma el ejemplo
del mercader que no sube sus precios a compradores inexpertos, sino que los
mantiene igual incluso frente a los niños; pero dirá Kant que si bien es una
acción honrada, esta no alcanza para ser calificada por deber, sino que lo que
el mercader buscaba en última instancia era sacar algún tipo de provecho de la
situación. Por lo tanto, según la ética kantiana, esta acción no es
auténticamente moral.
Finalmente,
las acciones realizadas por deber, son aquellas que no son teñidas de ningún
tipo de inclinación. Son las acciones realizadas por el deber mismo. Dirá Kant:
“el deber es la necesidad de una acción
por respeto a la ley.”
Explicado
esto, entendemos por qué es necesario tener pleno conocimiento del motor que
impulsa las acciones de los hombres, tanto si son realizadas por algún tipo de
inclinación como si no lo son. Las acciones que sean motivadas por las
inclinaciones no serán acciones morales, en cambio las realizadas por el simple
respeto a la ley serán auténticamente morales.
Aquí
tres ejemplos de acciones realizadas conforme al deber:
a. Un
individuo x realiza donaciones a la
caridad movilizado por un sentimiento de compasión y piedad, como se ha dicho,
esta acción no es inmoral, pero no puede ser entendida como una acción
efectuada por el deber, ya que su motivación fue iniciada por una inclinación.
b. Una
persona comienza a cuidar a un familiar que se encuentra afectado por una
enfermedad, pero la persona es motivada por el miedo que le induce la idea del
fallecimiento del familiar en cuestión; esta acción aunque no inmoral, no es
realizada por deber, sino por una inclinación: el temor.
c. Un
individuo que se encuentra enfermo decide de todas formas asistir a su trabajo,
pero su razón se origina en la idea de que le descontarían el sueldo de ese
día, y no porque su obligación fuera asistir al día laboral. Esta acción
también es conforme al deber dado que la asistencia del hombre a su trabajo no
fue impulsada por su deber de asistir, sino que su razón encontró fundamento en
una inclinación.
¿Qué
prevalece al alejarnos de las inclinaciones?
El
hombre es un ser que puede conocer la ley y ser consciente de ella. Dice Kant:
“(…) Puesto que he sustraído la voluntad a todos los impulsos que podrían
apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada más que la legalidad
universal de las acciones en general (que debe ser el único principio de la
voluntad); es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer
que mi máxima se convierta en ley universal.”
Es
decir, el hombre puede ser plenamente consciente de la ley moral porque aquella
reside en la razón. He aquí una universalización de lo racional. De esta forma,
si se siguiera lo que la razón indica, apartando del camino las inclinaciones,
se accedería por este camino a la ley moral. Prevaleciendo plenamente el deber
por el deber, una vez dejadas de lado las inclinaciones y los impulsos.
Imperativo
categórico (moral), y otros tipos de
imperativos
Para
comenzar a explicar el imperativo categórico de la ética kantiana, tengamos en
cuenta que un imperativo es una ley, entendida como ley moral dentro de este
ámbito ético. A su vez, el imperativo categórico no requerirá de un antecedente
condicional para ordenar (“hay que hacer x”),
como así sí lo necesitarán los imperativos hipotéticos de los que hablaremos
luego.
El
Imperativo categórico funciona como una ley formal y carente de contenido, es
decir, se la debe entender como un mandamiento que debe poder ser
universalizado. La ley moral está siendo sujetada por este imperativo (de
hecho, la ley moral es un imperativo categórico) que insiste en que nuestro
accionar pueda ser pensado como un universal. Por esto utilicé la noción de
“ley formal”, ya que al carecer de contenido puede ser pensada como una suerte
de “fórmula” por la cual el accionar debe someterse para entenderse como moral
o no. Esto permitiría entender si mi máxima (la acción que someteré a la
universalización del imperativo) respeta la ley moral.
Por
otro lado, los imperativos hipotéticos, como ya se ha mencionado, sí necesitan
de una precondición dada. En este caso, la fórmula condicional sería “para
conseguir x, debes hacer y”. Los imperativos hipotéticos buscan
obtener un fin específico, mientras que a diferencia, el categórico sólo ordena
sin necesidad de una condición predeterminada. He aquí un ejemplo de un
imperativo hipotético: “Si quieres aprobar el examen, debes estudiar.”
De
esta forma, cerramos la guía de estudio luego de una debida interpretación de
los puntos específicos y relevantes a tener en cuenta al momento de realizar un
análisis al corpus de la ética kantiana.
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